llegaron cuatro hombres cargando a un paralÃtico en una camilla.
Como no podÃan llevarlo hasta Jesús debido a la multitud, abrieron un agujero en el techo, encima de donde estaba Jesús. Luego bajaron al hombre en la camilla, justo delante de Jesús.
Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo al paralÃtico: «Hijo mÃo, tus pecados son perdonados».
Algunos de los maestros de la ley religiosa que estaban allà sentados pensaron:
«¡Ponte de pie, toma tu camilla y vete a tu casa!».
Y el hombre se levantó de un salto, tomó su camilla y salió caminando entre los espectadores, que habÃan quedado atónitos. Todos estaban asombrados y alababan a Dios, exclamando: «¡Jamás hemos visto algo asÃ!».
Más tarde, Levà invitó a Jesús y a sus discÃpulos a una cena en su casa, junto con muchos cobradores de impuestos y otros pecadores de mala fama. (HabÃa mucha de esa clase de gente entre los seguidores de Jesús).
Jesús les contestó:—¿Acaso los invitados de una boda ayunan mientras festejan con el novio? Por supuesto que no. No pueden ayunar mientras el novio está con ellos;
pero un dÃa el novio será llevado, y entonces sà ayunarán.
»Y nadie pone vino nuevo en cueros viejos. Pues el vino reventarÃa los cueros, y tanto el vino como los cueros se echarÃan a perder. El vino nuevo necesita cueros nuevos.
Cierto dÃa de descanso, mientras Jesús caminaba por unos terrenos sembrados, sus discÃpulos comenzaron a arrancar espigas de grano para comer.