Cuando Jesús salÃa del templo ese dÃa, uno de sus discÃpulos le dijo:—Maestro, ¡mira estos magnÃficos edificios! Observa las impresionantes piedras en los muros.
Jesús respondió:—SÃ, mira estos grandes edificios, pero serán demolidos por completo. ¡No quedará ni una sola piedra sobre otra!
»Cuando esas cosas comiencen a suceder, ¡tengan cuidado! Los entregarán a los tribunales y los golpearán en las sinagogas. Serán sometidos a juicio ante gobernantes y reyes por ser mis seguidores, pero esa será una oportunidad para que ustedes les hablen de mÃ.
Pues la Buena Noticia primero tiene que ser predicada a todas las naciones.
Cuando los arresten y los sometan a juicio, no se preocupen de antemano por lo que van a decir. Solo hablen lo que Dios les diga en ese momento, porque no serán ustedes los que hablen, sino el EspÃritu Santo.
»Un hermano traicionará a muerte a su hermano, un padre traicionará a su propio hijo, y los hijos se rebelarán contra sus padres y harán que los maten.
Todos los odiarán a ustedes por ser mis seguidores, pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo.
»Ahora, aprendan una lección de la higuera. Cuando las ramas echan brotes y comienzan a salir las hojas, ustedes saben que el verano se acerca.
De la misma manera, cuando vean que suceden todas estas cosas, sabrán que su regreso está muy cerca, a las puertas.
Les digo la verdad, no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan.
El cielo y la tierra desaparecerán, pero mis palabras no desaparecerán jamás.
»Sin embargo, nadie sabe el dÃa ni la hora en que sucederán esas cosas, ni siquiera los ángeles en el cielo ni el propio Hijo. Solo el Padre lo sabe.
»La venida del Hijo del Hombre puede ilustrarse mediante la historia de un hombre que tenÃa que emprender un largo viaje. Cuando salió de casa, dio instrucciones a cada uno de sus esclavos sobre el trabajo que debÃan hacer y le dijo al portero que esperara su regreso.