Jesús subió a una barca y regresó al otro lado del lago, a su propia ciudad.
Unos hombres le llevaron a un paralÃtico en una camilla. Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo al paralÃtico: «¡Ãnimo, hijo mÃo! Tus pecados son perdonados».
Entonces algunos de los maestros de la ley religiosa decÃan en su interior: «¡Es una blasfemia! ¿Acaso se cree que es Dios?».
Luego añadió: «Ahora vayan y aprendan el significado de la siguiente Escritura: “Quiero que tengan compasión, no que ofrezcan sacrificiosâ€. Pues no he venido a llamar a los que se creen justos, sino a los que saben que son pecadores».
Jesús respondió:—¿Acaso los invitados de una boda están de luto mientras festejan con el novio? Por supuesto que no, pero un dÃa el novio será llevado, y entonces sà ayunarán.
»Y nadie pone vino nuevo en cueros viejos. Pues los cueros viejos se reventarÃan por la presión y el vino se derramarÃa, y los cueros quedarÃan arruinados. El vino nuevo se guarda en cueros nuevos para preservar a ambos.
Justo en ese momento, una mujer quien hacÃa doce años que sufrÃa de una hemorragia continua se le acercó por detrás. Tocó el fleco de la túnica de Jesús
Sin embargo, los fariseos dijeron: «Puede expulsar demonios porque el prÃncipe de los demonios le da poder».
Jesús recorrió todas las ciudades y aldeas de esa región, enseñando en las sinagogas y anunciando la Buena Noticia acerca del reino; y sanaba toda clase de enfermedades y dolencias.
Cuando vio a las multitudes, les tuvo compasión, porque estaban confundidas y desamparadas, como ovejas sin pastor.
A sus discÃpulos les dijo: «La cosecha es grande, pero los obreros son pocos.
Asà que oren al Señor que está a cargo de la cosecha; pÃdanle que envÃe más obreros a sus campos».