Pues serán tratados de la misma forma en que traten a los demás. El criterio que usen para juzgar a otros es el criterio con el que se les juzgará a ustedes.
»No desperdicies lo que es santo en gente que no es santa. ¡No arrojes tus perlas a los cerdos! Pisotearán las perlas y luego se darán vuelta y te atacarán.
»Sigue pidiendo y recibirás lo que pides; sigue buscando y encontrarás; sigue llamando, y la puerta se te abrirá.
Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta.
»Ustedes, los que son padres, si sus hijos les piden un pedazo de pan, ¿acaso les dan una piedra en su lugar?
O si les piden un pescado, ¿les dan una serpiente? ¡Claro que no!
Asà que si ustedes, gente pecadora, saben dar buenos regalos a sus hijos, cuánto más su Padre celestial dará buenos regalos a quienes le pidan.
»Haz a los demás todo lo que quieras que te hagan a ti. Esa es la esencia de todo lo que se enseña en la ley y en los profetas.
Sin embargo, la puerta de acceso a la vida es muy angosta y el camino es difÃcil, y son solo unos pocos los que alguna vez lo encuentran.
»Ten cuidado de los falsos profetas que vienen disfrazados de ovejas inofensivas pero en realidad son lobos feroces.
Puedes identificarlos por su fruto, es decir, por la manera en que se comportan. ¿Acaso puedes recoger uvas de los espinos o higos de los cardos?
Un buen árbol produce frutos buenos y un árbol malo produce frutos malos.
Un buen árbol no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos.
Por lo tanto, todo árbol que no produce frutos buenos se corta y se arroja al fuego.
Asà es, de la misma manera que puedes identificar un árbol por su fruto, puedes identificar a la gente por sus acciones.
»No todo el que me llama: “¡Señor, Señor!†entrará en el reino del cielo. Solo entrarán aquellos que verdaderamente hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
El dÃa del juicio, muchos me dirán: “¡Señor, Señor! Profetizamos en tu nombre, expulsamos demonios en tu nombre e hicimos muchos milagros en tu nombreâ€.
»Todo el que escucha mi enseñanza y la sigue es sabio, como la persona que construye su casa sobre una roca sólida.
Aunque llueva a cántaros y suban las aguas de la inundación y los vientos golpeen contra esa casa, no se vendrá abajo porque está construida sobre un lecho de roca.
Sin embargo, el que oye mi enseñanza y no la obedece es un necio, como la persona que construye su casa sobre la arena.
Cuando vengan las lluvias y lleguen las inundaciones y los vientos golpeen contra esa casa, se derrumbará con un gran estruendo».
Cuando Jesús terminó de decir esas cosas, las multitudes quedaron asombradas de su enseñanza,
porque lo hacÃa con verdadera autoridad, algo completamente diferente de lo que hacÃan los maestros de la ley religiosa.