«Da las siguientes instrucciones al pueblo de Israel: si alguien del pueblo, ya sea ahora o en las generaciones futuras, está ceremonialmente impuro en la fecha establecida para la Pascua por tocar un cadáver, o si está de viaje y no puede estar presente en la ceremonia, aun asà podrá celebrar la Pascua del Señor.
No dejará nada del cordero para el dÃa siguiente, ni quebrará ninguno de sus huesos, y debe seguir todas las ordenanzas de rigor acerca de la Pascua.
Y si el extranjero que vive entre ustedes quiere celebrar la Pascua del Señor, debe seguir estos mismos decretos y ordenanzas. Las mismas leyes se aplican tanto a los israelitas de nacimiento como a los extranjeros que viven entre ustedes».
El dÃa que se armó el tabernáculo, la nube lo cubrió. Pero desde la tarde hasta el amanecer la nube que cubrÃa el tabernáculo tomaba la apariencia de una columna de fuego.
De esta manera ocurrÃa siempre: por la noche la nube que cubrÃa el tabernáculo tomaba la apariencia de fuego.
Cada vez que la nube se elevaba de la carpa sagrada, el pueblo de Israel levantaba el campamento y la seguÃa; donde la nube se detenÃa, el pueblo de Israel armaba el campamento.
Si la nube se quedaba por largo tiempo sobre el tabernáculo, los israelitas permanecÃan allà y llevaban a cabo sus deberes ante el Señor.
Algunas veces la nube se detenÃa por pocos dÃas sobre el tabernáculo; entonces el pueblo se quedaba por pocos dÃas, como el Señor ordenaba. Luego, por orden del Señor, levantaban el campamento y se ponÃan en marcha.
Algunas veces la nube se detenÃa solo por la noche y se elevaba a la mañana siguiente; pero fuera de dÃa o de noche, cuando la nube se elevaba, el pueblo levantaba el campamento y se ponÃa en marcha.
Si la nube permanecÃa sobre el tabernáculo por dos dÃas, un mes o un año, el pueblo de Israel acampaba y no se ponÃa en marcha; pero en cuanto se elevaba, ellos levantaban el campamento y se ponÃan en marcha.