Likewise the Spirit also helpeth our infirmities: for we know not what we should pray for as we ought: but the Spirit itself maketh intercession for us with groanings which cannot be uttered.
Cómo nos acordamos del pescado que comÃamos gratis en Egipto y tenÃamos todos los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos que querÃamos.
¡Pero ahora lo único que vemos es este maná! Hasta hemos perdido el apetito».
El maná era parecido a pequeñas semillas de cilantro, y era de un color amarillo claro como goma de resina.
La gente salÃa a recogerlo del suelo. Con el maná se hacÃa harina en los molinos de mano o se machacaba en un mortero. Luego se hervÃa en una olla para hacer panes planos que sabÃan a pastelitos horneados con aceite de oliva.
Durante la noche, el maná caÃa sobre el campamento juntamente con el rocÃo.
Ahora bien, el Señor envió un viento que trajo codornices desde el mar y las dejó caer por todo el campamento. Las codornices volaban por kilómetros en todas las direcciones a la altura de un metro sobre la superficie de la tierra.
Pero mientras se saciaban de carne —cuando aún estaba en sus bocas— el enojo del Señor se encendió contra el pueblo y los castigó con una plaga muy grave.
Asà que ese lugar fue llamado Kibrot-hataava (que significa «tumbas de glotonerÃa») porque allà enterraron a la gente que codiciaba la carne de Egipto.