LÃbano, abre tus puertas, Â Â Â para que el fuego pueda devorar tus bosques de cedro.
Lloren, ustedes cipreses, por todos los cedros arruinados;    han caÃdo los más majestuosos. Lloren, ustedes robles de Basán,    porque los tupidos bosques han sido talados.
Escuchen el gemido de los pastores    porque se destruyeron sus abundantes pastizales. Oigan rugir a los leones jóvenes    porque se arruinaron sus matorrales en el valle del Jordán.
El Señor mi Dios dice: «Ve y cuida del rebaño que está destinado para el matadero.
Los compradores matan a las ovejas sin remordimiento. Los vendedores dicen: “¡Gloria al Señor! ¡Ahora soy rico!â€. Ni siquiera los pastores tienen compasión de las ovejas.
Asà terminó mi pacto con ellas. El sufrido rebaño me miraba y sabÃan que el Señor hablaba por medio de mis acciones.
Asà que les dije: «Si les parece bien, páguenme lo que consideren que merezco; pero solo si quieren». Entonces ellos valuaron mi pago en treinta piezas de plata.