Entonces el 17 de octubre de ese mismo año, el Señor envió otro mensaje por medio del profeta Hageo:
«Di lo siguiente a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Jesúa, hijo de Josadac, el sumo sacerdote, y al remanente del pueblo de Dios allà en la tierra:
“¿Alguno de ustedes recuerda esta casa —este templo— con su antiguo esplendor? ¿Cómo se compara este con el otro? ¡No se parecen en nada!
Entonces Hageo respondió:—Asà mismo sucede con este pueblo y con esta nación —dice el Señor—. Todo lo que hacen y todo lo que ofrecen, está contaminado por su pecado.
Miren lo que les pasaba antes de que comenzaran a edificar los cimientos del templo del Señor.
Cuando esperaban veinte medidas de grano, cosechaban solo diez. Cuando esperaban sacar cincuenta litros del lagar, encontraban solo veinte.