Reúnanse, sÃ, júntense,    nación desvergonzada.
Reúnanse antes de que comience el juicio,    antes de que su oportunidad de arrepentirse vuele como la paja. Actúen ahora, antes de que caiga la intensa furia del Señor    y comience el terrible dÃa de la ira del Señor.
Busquen al Señor los que son humildes    y sigan sus mandamientos. Procuren hacer lo que es correcto    y vivir con humildad. Quizá todavÃa el Señor los proteja    y los libre de su ira en ese dÃa de destrucción.
Gaza y Ascalón serán abandonadas,    Asdod y Ecrón, derribadas.
La costa filistea se convertirá en pastizales desiertos,    un lugar en el que acampan los pastores    con corrales para ovejas y cabras.
Allà pastoreará un remanente de la tribu de Judá.    Por las noches descansarán en las casas abandonadas de Ascalón. Pues el Señor su Dios visitará a su pueblo con bondad    y le devolverá su prosperidad.
«He oÃdo las burlas de los moabitas    y los insultos de los amonitas cuando se mofan de mi pueblo    e invaden sus fronteras.
El Señor los llenará de terror    cuando destruya a todos los dioses de la tierra. Entonces naciones en todo el mundo adorarán al Señor,    cada una en su propio paÃs.
Con su puño, el Señor golpeará a las tierras del norte    y asà destruirá a la tierra de Asiria. Hará de NÃnive, su gran capital, una desolada tierra baldÃa,    reseca como un desierto.
La orgullosa ciudad vendrá a ser pastizal para los rebaños y manadas;    allà se instalará y vivirá toda clase de animales salvajes. El búho del desierto y la lechuza blanca se posarán sobre las columnas destruidas    y sus reclamos se oirán por las ventanas rotas. Los escombros taparán todas las puertas    y los revestimientos de cedro quedarán a la intemperie.