¡Oigan el chasquido de los látigos    y el retumbo de las ruedas! Los cascos de los caballos retumban    y los carros de guerra traquetean sin control.
¡Miren cómo destellan las espadas y brillan las lanzas    cuando pasa la caballerÃa! Hay muertos incontables,    hay montones de cadáveres, tantos que la gente tropieza con ellos.
Todos los que te vean se alejarán de ti y dirán:    “NÃnive yace en ruinas. ¿Dónde están los que lloran por ella?â€.    ¿Lamenta alguien tu destrucción?».
¿Acaso eres mejor que la ciudad de Tebas,    situada en el rÃo Nilo y rodeada de agua? Estaba protegida a su alrededor por el rÃo,    con el agua por muralla.
EtiopÃa y la tierra de Egipto    le dieron ayuda sin lÃmites. Las naciones de Fut y de Libia    estaban entre sus aliados.
Sin embargo, el fuego te devorará;    serás derribada a espada. El enemigo te consumirá como langostas;    devorará todo lo que encuentre. Aunque te multipliques como una nube de langostas,    no tendrás escapatoria.
Tus comerciantes se han multiplicado    hasta llegar a ser más numerosos que las estrellas. Pero son como una nube de langostas    que despojan la tierra y alzan el vuelo.
Tus pastores duermen, oh rey asirio,    tus prÃncipes yacen muertos en el polvo. Tu pueblo está disperso por las montañas,    sin nadie que lo reúna.
Tu herida no tiene remedio    tu lesión es mortal. Todos los que se enteren de tu destrucción    aplaudirán con alegrÃa. ¿Dónde se puede encontrar a alguien    que no haya sufrido tu constante crueldad?