La gente que sigue a Dios ha desaparecido; Â Â Â no queda ni una sola persona honrada sobre la tierra. Son todos asesinos, Â Â Â les tienden trampas hasta a sus propios hermanos.
¡Con ambas manos son hábiles para hacer el mal!    Tanto los funcionarios como los jueces exigen sobornos. La gente con influencia obtiene lo que quiere    y juntos traman para torcer la justicia.
Hasta el mejor de ellos es como una zarza;    el más honrado es tan peligroso como un cerco de espinos. Pero ahora viene con prontitud el dÃa de juicio.    Su hora de castigo ha llegado, un tiempo de confusión.
No confÃen en nadie,    ¡ni en su mejor amigo, ni siquiera en su esposa!
Pues el hijo desprecia a su padre.    La hija se rebela contra su madre. La nuera reta a su suegra.    ¡Sus enemigos están dentro de su propia casa!
En cuanto a mÃ, busco la ayuda del Señor.    Espero confiadamente que Dios me salve,    y con seguridad mi Dios me oirá.
En aquel dÃa, Israel, tus ciudades serán reconstruidas    y tus fronteras se extenderán.
Vendrá gente de muchos paÃses y te honrará;    desde Asiria hasta las ciudades de Egipto, desde Egipto hasta el rÃo Éufrates    y desde los mares distantes y las montañas lejanas.
Sin embargo, la tierra se volverá vacÃa y desolada    a causa de la perversidad de los que la habitan.
Todas las naciones del mundo quedarán maravilladas    de lo que el Señor hará por ti. Estarán avergonzadas    de su escaso poder. Se cubrirán la boca, mudas de respeto y temor,    sordas a todo lo que las rodea.
¿Dónde hay otro Dios como tú,    que perdona la culpa del remanente    y pasa por alto los pecados de su preciado pueblo? No seguirás enojado con tu pueblo para siempre,    porque tú te deleitas en mostrar tu amor inagotable.