¡Atención! ¡Que todos los habitantes del mundo escuchen!    Que oiga la tierra y todo lo que hay en ella. El Señor Soberano hace acusaciones en contra de ustedes;    el Señor habla desde su santo templo.
¡Miren! ¡Viene el Señor!    Sale de su trono en el cielo    y pisotea las cumbres de la tierra.
Las montañas se derriten debajo de sus pies    y se derraman sobre los valles como cera en el fuego,    como agua que desciende de una colina.
Todas sus imágenes talladas serán aplastadas;    todos sus tesoros sagrados serán quemados. Estas cosas fueron compradas con dinero    ganado por su prostitución, pero ahora serán arrebatadas    para pagar prostitutas en otro lugar».
Ustedes, pueblo de Safir,    vayan como cautivos al destierro, desnudos y avergonzados. El pueblo de Zaanán    no se atreve a salir de sus murallas. El pueblo de Bet-esel gime    porque su casa no tiene apoyo.
Oh, pueblo de Judá, rapen sus cabezas en señal de aflicción,    porque sus amados hijos les serán arrebatados. Rápense hasta quedar calvos como un buitre,    porque sus pequeños serán desterrados a tierras lejanas.