En mi visión las langostas se comieron todo lo verde que se veÃa. Entonces dije:—Oh Señor Soberano, por favor, perdónanos o no sobreviviremos, porque Israel es tan pequeño.
Luego me mostró otra visión. Vi al Señor de pie al lado de una pared que se habÃa construido usando una plomada. Usaba la plomada para ver si aún estaba derecha.
Anda diciendo: “Pronto matarán a Jeroboam y el pueblo de Israel será enviado al destierroâ€Â».
Entonces AmasÃas envió órdenes a Amós:—¡Vete de aquÃ, profeta! ¡Regresa a la tierra de Judá y gánate la vida profetizando allÃ!
No nos molestes con tus profecÃas aquà en Betel. ¡Este es el santuario del rey y el lugar nacional de culto!
Pero Amós contestó:—No soy profeta profesional ni fui entrenado para serlo. No soy más que un pastor de ovejas y cultivador de las higueras sicómoros.
Sin embargo, el Señor me llamó y me apartó de mi rebaño y me dijo: “Ve y profetiza a mi pueblo en Israelâ€.
Ahora bien, escuchen este mensaje del Señor: “Tú dices: ‘No profetices contra Israel.    Deja de predicar contra mi pueblo’.
Pero esto es lo que dice el Señor: ‘Tu esposa se convertirá en prostituta en esta ciudad    y a tus hijos y a tus hijas los matarán. Tu tierra será repartida    y tú morirás en tierra extranjera. Con toda seguridad el pueblo de Israel irá cautivo al destierro,    lejos de su patria’â€.