»¡Toquen alarma!    El enemigo desciende como un águila sobre el pueblo del Señor, porque rompieron mi pacto    y se rebelaron contra mi ley.
Ahora Israel me suplica:    “¡Ayúdanos, porque tú eres nuestro Dios!â€.
Pero es demasiado tarde. Los israelitas rechazaron lo bueno,    y ahora sus enemigos los perseguirán.
El pueblo de Israel nombró reyes sin mi consentimiento    y prÃncipes sin mi aprobación. Fabricaron Ãdolos de plata y oro para sà mismos    y asà provocaron su propia destrucción.
»Oh Samaria, yo rechazo este becerro,    este Ãdolo que te has hecho. Mi furia arde contra ti.    ¿Hasta cuándo serás incapaz de estar sin culpa?
Este becerro que adoras, oh Israel,    ¡lo hiciste con tus propias manos! ¡No es Dios!    Por lo tanto, debe ser hecho pedazos.
»Sembraron vientos    y cosecharán torbellinos. Los tallos de grano se marchitan    y no producen nada para comer. Y aun si hubiera grano,    lo comerÃan los extranjeros.
El pueblo de Israel ha sido tragado;    ahora está tirado en medio de las naciones como una olla vieja y descartada.
Como asno salvaje en celo,    los israelitas se han ido a Asiria. Se vendieron    y se entregaron a muchos amantes.