»Sin embargo, como mi pueblo se niega a regresar a mÃ,    regresará a Egipto    y será forzado a servir a Asiria.
La guerra, como un torbellino, pasará por sus ciudades;    los enemigos derribarán sus puertas. Los destruirán,    atrapándolos en sus propios planes malignos.
Pues mi pueblo está decidido a abandonarme. Aunque me llaman el AltÃsimo    no me honran de verdad.
»Oh, Israel, ¿cómo podrÃa abandonarte?    ¿Cómo podrÃa dejarte ir? ¿Cómo podrÃa destruirte como a Adma    o demolerte como a Zeboim? Mi corazón está desgarrado dentro de mà    y mi compasión se desborda.