El corazón de los israelitas es inconstante;    ellos son culpables y deben ser castigados. El Señor derribará sus altares    y hará pedazos sus columnas sagradas.
La gente habla palabras vacÃas    y hace pactos que no tiene intención de cumplir. Asà que la injusticia brota en medio de ellos    como hierbas venenosas en el campo de un agricultor.
Este Ãdolo será llevado a Asiria,    un regalo para el gran rey. Se burlarán de EfraÃn e Israel será avergonzado    porque confiaron en ese Ãdolo.
Samaria y su rey serán arrancados;    flotarán a la deriva como un madero sobre las olas del mar.
Dice el Señor: «¡Oh Israel, desde los tiempos de Guibeá,    hay tan solo pecado y más pecado! No has mejorado en absoluto.    ¿Acaso no fue justo que los hombres perversos de Guibeá fueran atacados?
Ahora los terrores de la guerra    se levantarán entre su gente. Todas sus fortificaciones caerán,    tal como Salmán destruyó a Bet-arbel. AllÃ, a las madres y a los niños    los estrellaron contra el suelo hasta matarlos.
Habitantes de Betel, debido a su gran maldad,    les espera el mismo destino. Cuando amanezca el dÃa del juicio,    el rey de Israel será completamente destruido.