pero hemos pecado y hemos hecho lo malo. Nos hemos rebelado contra ti y hemos despreciado tus mandatos y ordenanzas.
Nos hemos rehusado a escuchar a tus siervos, los profetas, quienes hablaron bajo tu autoridad a nuestros reyes, prÃncipes, antepasados y a todo el pueblo de la tierra.
Por lo tanto, el Señor nos ha enviado la calamidad que habÃa preparado. El Señor nuestro Dios tuvo razón en hacer todas esas cosas, porque no lo obedecimos.
»Oh Señor nuestro Dios, al rescatar a tu pueblo de Egipto con gran despliegue de poder, le diste honor perpetuo a tu nombre; pero hemos pecado y estamos llenos de maldad.
»¡Oh Dios nuestro, oye la oración de tu siervo! Escucha mientras te hago mis ruegos. Por amor a tu nombre, Señor, vuelve a sonreÃrle a tu desolado santuario.
»Oh Dios mÃo, inclÃnate y escúchame. Abre tus ojos y mira nuestra desesperación. Mira cómo tu ciudad —la ciudad que lleva tu nombre— está en ruinas. Esto rogamos, no porque merezcamos tu ayuda, sino debido a tu misericordia.
»Oh Señor, óyenos. Oh Señor, perdónanos. ¡Oh Señor, escúchanos y actúa! Por amor a tu nombre, no te demores, oh mi Dios, porque tu pueblo y tu ciudad llevan tu nombre».
Mientras oraba, Gabriel, a quien habÃa visto en la visión anterior, se me acercó con rapidez a la hora del sacrificio de la tarde.
Él me explicó: «Daniel, he venido hasta aquà para darte percepción y entendimiento.
En cuanto comenzaste a orar, se dio una orden y ahora estoy aquà para decÃrtela, porque eres muy precioso para Dios. Presta mucha atención, para que puedas entender el significado de la visión.