El rey Nabucodonosor envió el siguiente mensaje a la gente de todas las razas, naciones y lenguas del mundo:«¡Paz y prosperidad a todos!
Quiero que todos conozcan las señales milagrosas y las maravillas que el Dios AltÃsimo ha realizado en mi favor.
¡Cuán grandiosas son sus señales    y cuán poderosas sus maravillas! Su reino durará para siempre,    y su dominio por todas las generaciones.
»Yo, Nabucodonosor, vivÃa en mi palacio con comodidad y prosperidad.
Una noche tuve un sueño que me asustó; mientras estaba en la cama vi visiones que me aterraron.
Asà que emità una orden llamando a todos los sabios de Babilonia para que me explicaran el significado de mi sueño.
El árbol creció muy alto y se hizo fuerte y se elevó hacia los cielos para que todo el mundo lo viera.
Sus hojas eran verdes y nuevas, y tenÃa abundancia de fruta para que todos comieran. Los animales salvajes vivÃan bajo su sombra y las aves anidaban en sus ramas. Todo el mundo se alimentaba de ese árbol.
»â€Luego mientras soñaba, vi a un mensajero, un santo que descendÃa del cielo.
El mensajero gritó: ‘¡Talen el árbol y córtenle las ramas!    ¡Sacúdanle las hojas y desparramen su fruta! Espanten los animales salvajes que están bajo su sombra    y las aves que están en sus ramas.
Pero dejen en la tierra el tocón con las raÃces,    sujeto con una faja de hierro y bronce    y rodeado por la hierba tierna. Que lo moje el rocÃo del cielo,    y que viva con los animales salvajes entre las plantas del campo.
Durante siete perÃodos de tiempo    que tenga la mente de un animal salvaje,    en lugar de una mente humana.
El árbol que usted vio crecÃa alto y se hacÃa fuerte y se elevaba hacia los cielos para que todo el mundo lo viera.
Sus hojas eran verdes y nuevas, y tenÃa abundancia de fruta para que todos comieran. Los animales salvajes vivÃan bajo su sombra y las aves anidaban en sus ramas.
Ese árbol es usted, su Majestad. Pues usted ha crecido y se ha hecho fuerte y poderoso; su esplendor llega hasta el cielo y su gobierno hasta los confines de la tierra.
»â€Luego usted vio a un mensajero, un santo que descendÃa del cielo y decÃa: ‘Talen el árbol y destrúyanlo, pero dejen en la tierra el tocón con las raÃces, sujeto con una faja de hierro y bronce, y rodeado por la hierba tierna. Que lo moje el rocÃo del cielo. Que viva con los animales del campo durante siete perÃodos de tiempo’.
»â€Esto es lo que significa el sueño, su Majestad, y lo que el AltÃsimo ha declarado que le sucederá a mi señor, el rey.
Sin embargo, quedaron en la tierra el tocón y las raÃces del árbol. Esto significa que usted recibirá nuevamente el reino cuando haya reconocido que es el cielo el que gobierna.
»â€Rey Nabucodonosor, por favor, acepte mi consejo. Deje de pecar y haga lo correcto. Apártese de su perverso pasado y sea compasivo con los pobres. Quizá, entonces, pueda seguir prosperandoâ€.
»Sin embargo, todas estas cosas le ocurrieron al rey Nabucodonosor.
Doce meses más tarde, el rey caminaba sobre la terraza del palacio real en Babilonia
»Mientras estas palabras aún estaban en su boca, se oyó una voz desde el cielo que decÃa: “¡Rey Nabucodonosor, este mensaje es para ti! Ya no eres gobernante de este reino.
»En ese mismo momento se cumplió la sentencia y Nabucodonosor fue expulsado de la sociedad humana. Comió pasto como el ganado y lo mojó el rocÃo del cielo. Vivió de esa manera hasta que el pelo le creció tan largo como las plumas de las águilas y las uñas como las garras de un ave.
»Ahora, yo, Nabucodonosor, alabo, glorifico y doy honra al Rey del cielo. Todos sus actos son justos y verdaderos, y es capaz de humillar al soberbio».