«Hijo de hombre, ponte de cara a Egipto y profetiza contra su rey —el faraón— y contra todo el pueblo egipcio.
Dales este mensaje de parte del Señor Soberano: »“Yo soy tu enemigo, oh faraón, rey de Egipto,    monstruo enorme que acechas en las corrientes del Nilo. Pues has dicho: ‘El Nilo es mÃo;    lo hice para mÃ’.
Todos los habitantes de Egipto sabrán que yo soy el Señor,    pues para Israel no fuiste más que una vara de juncos.
Cuando Israel se apoyó en ti,    te astillaste y te rompiste    y te clavaste en su axila. Cuando Israel dejó caer su peso sobre ti, te quebraste    y se dislocó la espalda.
La tierra de Egipto se convertirá en una desolada tierra baldÃa y los egipcios sabrán que yo soy el Señor.»â€Debido a que dijiste: ‘El Nilo es mÃo; yo lo hice’,
Será la más insignificante de todas las naciones y nunca volverá a destacarse por encima de las naciones vecinas.
»Entonces Israel ya no tendrá la tentación de confiar en la ayuda de Egipto. Egipto quedará tan devastado que servirá para recordarle a Israel la magnitud del pecado que cometió al haber confiado en Egipto en tiempos pasados. Entonces Israel sabrá que yo soy el Señor Soberano».
El 26 de abril, el primer dÃa del año nuevo, durante el año veintisiete de cautividad del rey JoaquÃn, recibà este mensaje del Señor:
Asà es, le he entregado la tierra de Egipto como recompensa por su esfuerzo, dice el Señor Soberano, porque trabajaba para mà cuando destruyó a Tiro.