«Hijo de hombre, dale al prÃncipe de Tiro este mensaje de parte del Señor Soberano: »“En tu gran arrogancia afirmaste: ‘¡Soy un dios!    Estoy sentado en un trono divino, en el corazón del mar’; pero eres solo un hombre y no un dios,    aunque te jactes de ser un dios.
Te crees más sabio que Daniel    y piensas que ningún secreto está oculto de ti.
Con tu sabidurÃa y entendimiento has acumulado mucha riqueza: Â Â Â oro y plata para tus tesoros.
SÃ, tu sabidurÃa te hizo muy rico, Â Â Â y tus riquezas muy orgulloso.
»â€Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: ya que te crees tan sabio como un dios,   Â
Te hundirán en la fosa,    y morirás en el corazón del mar,    traspasado de muchas heridas.
¿Te jactarás, entonces, diciendo: ‘¡Soy un dios!’    frente a tus asesinos? ¡Para ellos no serás un dios    sino un simple hombre!
Morirás como un pagano    en manos de extranjeros.    ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!â€Â».
Luego recibà otro mensaje más del Señor:
«Hijo de hombre, entona este canto fúnebre para el rey de Tiro. Dale este mensaje de parte del Señor Soberano: »“Tú eras el modelo de la perfección,    lleno de sabidurÃa y de exquisita belleza.
Profanaste tus santuarios    con tus muchos pecados y tu comercio deshonesto. Entonces hice brotar fuego de tu interior    y te consumió. Te reduje a cenizas en el suelo    a la vista de todos los que te miraban.
Todos los que te conocÃan se horrorizaron por tu destino.    Has llegado a un final terrible,    y dejarás de existirâ€Â».
Luego recibà otro mensaje del Señor:
«Hijo de hombre, ponte de cara a la ciudad de Sidón y profetiza contra ella.
Los vecinos burlones de Israel ya no la provocarán    punzándola y desgarrándola como zarzas y espinos. Pues entonces sabrán    que yo soy el Señor Soberanoâ€.
En Israel, ellos vivirán seguros, construirán casas y cultivarán viñedos; y cuando yo castigue a las naciones vecinas que los trataron con desprecio, ellos sabrán que yo soy el Señor su Dios».