»Entona este canto fúnebre para los príncipes de Israel:
»“¿Qué es tu madre? ¡Una leona entre leones! Se recostó entre los leones jóvenes y crió a sus cachorros.
A uno de sus cachorros lo crió para que fuera un león fuerte. Aprendió a cazar la presa y a devorarla y llegó a alimentarse de carne humana.
Luego las naciones oyeron hablar de él y lo atraparon en una fosa. Se lo llevaron con garfios a la tierra de Egipto.
»”Cuando la leona vio que su esperanza en él estaba perdida, tomó a otro de sus cachorros y le enseñó a ser un león fuerte.
Él merodeaba entre los demás leones y se destacaba por su fuerza. Aprendió a cazar la presa y a devorarla, y también él llegó a alimentarse de carne humana.
Derribó fortalezas y destruyó sus aldeas y ciudades. Las granjas quedaron devastadas y las cosechas destruidas. La tierra y sus habitantes temblaban de miedo cuando lo oían rugir.
Luego lo atacaron los ejércitos de las naciones, lo rodearon por todas partes. Arrojaron una red sobre él y lo atraparon en una fosa.
Lo arrastraron con ganchos, lo encerraron en una jaula y lo llevaron ante el rey de Babilonia. Lo mantuvieron cautivo, para que nunca más se oyera su voz en los montes de Israel.
»”Tu madre era como una vid plantada junto a la orilla del agua. Su follaje era verde y frondoso por la abundancia de agua.
Sus ramas se fortalecieron lo suficiente para ser el cetro de un rey. Llegó a crecer muy alta, muy por encima de las demás vides. Se destacó por su altura y sus abundantes ramas frondosas.
Pero la vid fue arrancada de raíz con furia y arrojada al suelo. El viento del desierto le secó los frutos y le desgajó las ramas fuertes; así que se marchitó y fue consumida por el fuego.
Ahora la vid está trasplantada en el desierto, donde el suelo es duro y reseco.
De sus ramas surgió fuego que devoró sus frutos. Las ramas que le quedan no son tan fuertes para ser el cetro de un rey”.»Este es un canto fúnebre y se entonará en un funeral».