«Hijo de hombre, propón este enigma y cuenta este relato a los israelitas.
Diles de parte del Señor Soberano: »“Un águila grande con alas anchas y plumas largas,    cubierta de plumaje de varios colores,    llegó al LÃbano. Agarró la copa de un cedro   Â
y arrancó la rama más alta. Se la llevó a una ciudad llena de mercaderes.    La plantó en una ciudad de comerciantes.
Allà echó raÃces y creció    hasta convertirse en una amplia vid de poca altura. Sus ramas se extendieron hacia arriba, en dirección al águila,    y sus raÃces penetraron en el suelo. Produjo ramas robustas    y le salieron retoños.
Pero luego llegó otra águila grande    con alas anchas y cubierta de plumaje. Entonces la vid extendió las raÃces y las ramas    hacia esa águila para obtener agua,
¡No! Porque tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, el rey de Israel morirá en Babilonia: el territorio del rey que lo puso en el trono y con quien hizo un tratado que despreció y no cumplió.
Todos sus mejores guerreros morirán en batalla y los que sobrevivan serán esparcidos a los cuatro vientos. Entonces ustedes sabrán que yo, el Señor, he hablado.