Luego el EspÃritu me levantó y me llevó a la entrada oriental del templo del Señor, donde vi a veinticinco hombres prominentes de la ciudad. Entre ellos estaban JaazanÃas, hijo de Azur, y PelatÃas, hijo de BenaÃa, quienes eran lÃderes del pueblo.
El EspÃritu me dijo: «Hijo de hombre, estos son los hombres que piensan hacer maldades y dan consejos perversos en esta ciudad.
Le dicen al pueblo: “¿Acaso no es un buen momento para construir casas? Esta ciudad es como una olla de hierro. Aquà adentro estamos a salvo, como la carne en la ollaâ€.
Por lo tanto, hijo de hombre, profetiza contra ellos en forma clara y a viva voz».
y sabrán que yo soy el Señor. Pues se negaron a obedecer mis decretos y ordenanzas; en cambio, han imitado las costumbres de las naciones que los rodeanâ€Â».
Luego los querubines desplegaron las alas y se elevaron por el aire con las ruedas junto a ellos y la gloria del Dios de Israel se sostenÃa en el aire por encima de ellos.
Entonces la gloria del Señor se levantó de la ciudad y se detuvo sobre la montaña que está al oriente.