Hacia el 18 de julio del año once del reinado de SedequÃas, el hambre en la ciudad ya era muy intensa y se habÃa agotado por completo lo último que quedaba de alimento.
Entonces abrieron una brecha en la muralla de la ciudad, y todos los soldados huyeron. Como la ciudad estaba rodeada por los babilonios, esperaron hasta la caÃda del sol y entonces se deslizaron por la puerta que está entre las dos murallas, detrás del jardÃn real, y se dirigieron al valle del Jordán.
Sin embargo, las tropas babilónicas persiguieron al rey SedequÃas y lo capturaron en las llanuras de Jericó, porque todos sus hombres lo habÃan abandonado y se habÃan dispersado.
Lo llevaron ante el rey de Babilonia, que se encontraba en Ribla, en la tierra de Hamat. Allà el rey de Babilonia dictó sentencia contra SedequÃas.
Hizo que SedequÃas presenciara la masacre de sus hijos y de los demás funcionarios de Judá.
Luego le sacaron los ojos, lo ataron con cadenas de bronce y lo llevaron a Babilonia. SedequÃas permaneció allà en prisión hasta el dÃa de su muerte.
Nabuzaradán, capitán de la guardia, se llevó cautivos a algunos de los más pobres, al resto de las personas que quedaban en la ciudad, a los desertores que habÃan jurado lealtad al rey de Babilonia y al resto de los artesanos;
pero Nabuzaradán permitió que algunos de los más pobres se quedaran en Judá para cuidar los viñedos y los campos.
Los babilonios hicieron pedazos las columnas de bronce que estaban al frente del templo del Señor, las carretas de bronce para llevar agua y el enorme tazón de bronce llamado el Mar, y se llevaron todo el bronce a Babilonia.
El peso del bronce de las dos columnas, el Mar con los doce bueyes de bronce que estaban debajo y las carretas para llevar agua era tanto que no podÃa calcularse. Estos objetos se habÃan hecho para el templo del Señor en tiempos del rey Salomón.
Cada columna tenÃa unos ocho metros de altura y unos cinco metros y medio de circunferencia. Eran huecas, con un grosor de ocho centÃmetros.
El capitel de bronce en la parte superior de cada columna era de casi dos metros y medio de altura y estaba decorado alrededor con una red de granadas hecha de bronce.
HabÃa noventa y seis granadas a los lados, y un total de cien en la red alrededor de la parte superior.
Nabuzaradán, capitán de la guardia, se llevó consigo como prisioneros al sumo sacerdote SeraÃas, al sacerdote de segundo rango SofonÃas, y a los tres porteros principales.
Nabuzaradán, capitán de la guardia, los llevó a todos ante el rey de Babilonia, que se encontraba en Ribla.
AllÃ, en Ribla, en la tierra de Hamat, el rey de Babilonia mandó que los ejecutara a todos. Asà que el pueblo de Judá fue expulsado de su tierra y llevado al destierro.
En el año treinta y siete del exilio de JoaquÃn, rey de Judá, Evil-merodac ascendió al trono de Babilonia. El nuevo rey fue bondadoso con JoaquÃn y lo puso en libertad el 31 de marzo de ese año.
Le habló con amabilidad y le dio una posición superior a la de los demás reyes exiliados en Babilonia.
Le proporcionó a JoaquÃn ropa nueva para reemplazar la ropa de prisionero y le permitió comer en presencia del rey por el resto de su vida.
Asà que el rey de Babilonia le dio una ración diaria de comida mientras vivió. Esto continuó hasta el dÃa de su muerte.