Clama, oh Hesbón,    porque la ciudad de Hai quedó destruida. ¡Lloren, oh habitantes de Rabá!    Pónganse ropa de luto. Lloren y giman, escondidos detrás de los arbustos,    porque su dios Moloc será llevado a tierras lejanas    junto con sus sacerdotes y funcionarios.
He oÃdo un mensaje del Señor.    Se envió un embajador a las naciones para decir: «¡Formen una coalición contra Edom,    y prepárense para la batalla!».
«Edom será objeto de espanto;    todo el que pase por ese lugar quedará horrorizado    y dará un grito de asombro por la destrucción que verá allÃ.
Será como la destrucción de Sodoma, Gomorra    y sus ciudades vecinas —dice el Señor—. Nadie vivirá allÃ;    nadie la habitará.
Escuchen los planes que tiene el Señor contra Edom    y contra la gente de Temán. Aun sus hijos pequeños serán arrastrados como ovejas    y sus casas serán destruidas.
La tierra temblará con el ruido de la caÃda de Edom    y su grito de desesperación se oirá hasta el mar Rojo.
¡Mira! El enemigo cae en picada como un águila,    desplegando sus alas sobre Bosra. Aun los guerreros más poderosos estarán en agonÃa    como mujer en trabajo de parto.
Este es el mensaje que se dio acerca de Damasco. Esto dice el Señor: «El temor se apoderó de las ciudades de Hamat y Arfad    porque oyeron los anuncios de su propia destrucción. El corazón de ellos está agitado    como el mar cuando hay una tormenta furiosa.
Este es el mensaje que se dio acerca de Cedar y los reinos de Hazor, que fueron atacados por Nabucodonosor, rey de Babilonia. Esto dice el Señor: «¡Avancen contra Cedar!    ¡Destruyan a los guerreros del oriente!
Tomarán sus rebaños y carpas,    y sus pertenencias y camellos les serán quitados. Se escucharán voces de pánico en todas partes:    “¡Somos atemorizados a cada paso!â€.
¡Corran y salven sus vidas! —dice el Señor—.    Gente de Hazor, escóndanse en cuevas profundas, porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, ha conspirado contra ustedes    y se prepara para destruirlos.
»Levántense y ataquen a esta nación tan confiada    —dice el Señor—. Su gente vive aislada en el desierto    sin murallas ni puertas.