Y su nombre será:    “El Señor es nuestra justiciaâ€. En ese dÃa Judá estará a salvo,    e Israel vivirá seguro.
»En ese dÃa —dice el Señor—, cuando la gente jure ya no dirá: “Tan cierto como que el Señor vive, quien rescató al pueblo de Israel de la tierra de Egiptoâ€.
Mi corazón está destrozado debido a los falsos profetas,    y me tiemblan los huesos. Me tambaleo como un borracho,    como alguien dominado por el vino, debido a las santas palabras    que el Señor ha pronunciado contra ellos.
Pues la tierra está llena de adulterio,    y está bajo una maldición. La tierra está de luto;    los pastos del desierto están resecos. Todos hacen lo malo    y abusan del poder que tienen.
«Aun los sacerdotes y los profetas    son hombres malvados que no tienen a Dios. He visto sus hechos despreciables    aquà mismo en mi propio templo    —dice el Señor—.
»Vi que los profetas de Samaria eran tremendamente malvados,    porque profetizaron en nombre de Baal    y llevaron a mi pueblo Israel al pecado.
Siguen diciendo a los que desprecian mi palabra:    “¡No se preocupen! ¡El Señor dice que ustedes tendrán paz!â€. Y a los que obstinadamente siguen sus propios deseos,    los profetas les dicen: “¡No les sucederá nada malo!â€.
»¿Ha estado alguno de estos profetas en la presencia del Señor    para escuchar lo que en realidad dice?    ¿Acaso alguno de ellos se ha interesado lo suficiente como para escuchar?
¡Miren! El enojo de Dios estalla como una tormenta,    como un torbellino que se arremolina sobre las cabezas de los perversos.
Si hubieran estado en mi presencia y me hubieran escuchado,    habrÃan hablado mis palabras y habrÃan hecho que mi pueblo se apartara    de sus malos caminos y sus malas acciones.
¿Soy acaso Dios solo de cerca? —dice el Señor—,    no, al mismo tiempo estoy lejos.
¿Puede alguien esconderse de mà en algún lugar secreto?    ¿Acaso no estoy en todas partes en los cielos y en la tierra?    —dice el Señor.
¿Hasta cuándo seguirá esto? Si son profetas, son profetas del engaño, pues inventan todo lo que dicen.
Con decir estos sueños falsos, pretenden hacer que mi pueblo me olvide, tal como lo hicieron sus antepasados, al rendir culto a los Ãdolos de Baal.
»Que estos falsos profetas cuenten sus sueños,    pero que mis verdaderos mensajeros proclamen todas mis palabras con fidelidad.    ¡Hay diferencia entre la paja y el grano!
¿No quema mi palabra como el fuego?    —dice el Señor—. ¿No es como un martillo poderoso    que hace pedazos una roca?
»Por lo tanto —dice el Señor—, estoy en contra de estos profetas que se roban mensajes el uno al otro y alegan que provienen de mÃ.
Estoy en contra de estos profetas que con mucha labia dicen: “¡Esta profecÃa es del Señor!â€.
Pero supongamos que responden: “¡Esta es una profecÃa del Señor!â€. Entonces deberás decir: “Esto dice el Señor: ‘Debido a que han usado la frase “una profecÃa del Señorâ€, aun cuando les advertà que no la usaran,