Likewise the Spirit also helpeth our infirmities: for we know not what we should pray for as we ought: but the Spirit itself maketh intercession for us with groanings which cannot be uttered.
En esos dÃas Israel estaba consagrado al Señor,    era el primero de sus hijos. Todos los que lastimaron a su pueblo fueron declarados culpables,    y sobre ellos cayó la calamidad.    ¡Yo, el Señor, he hablado!â€Â».
¡Escuchen la palabra del Señor, pueblo de Jacob, todas las familias de Israel!
Los sacerdotes no preguntaron:    “¿Dónde está el Señor?â€. Aquellos que enseñaron mi palabra me ignoraron,    los gobernantes se volvieron en mi contra, y los profetas hablaron en nombre de Baal,    perdiendo su tiempo con Ãdolos inútiles.
»Vayan al occidente y miren en la tierra de Chipre;    vayan al oriente y busquen en la tierra de Cedar. ¿Acaso alguien ha oÃdo algo    tan extraño como esto?
¿Alguna vez una nación ha cambiado sus dioses por otros,    aun cuando no son dioses en absoluto? ¡Sin embargo, mi pueblo ha cambiado a su glorioso Dios    por Ãdolos inútiles!
Los cielos están espantados ante semejante cosa    y retroceden horrorizados y consternados    —dice el Señor—.
Pues mi pueblo ha cometido dos maldades: me ha abandonado a mà    —la fuente de agua viva— y ha cavado para sà cisternas rotas    ¡que jamás pueden retener el agua!
Por más jabón o lejÃa que te pongas no puedes limpiarte.    Aún puedo ver la mancha de tu culpa.    ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!
»Tú dices: “¡Esto no es cierto!    ¡No he rendido culto a las imágenes de Baal!â€. ¿Pero cómo puedes decir semejante cosa?    ¡Ve y mira lo que hay en cualquier valle de la tierra! Reconoce los espantosos pecados que has cometido.    Eres como una camella inquieta,    buscando un macho con desesperación.
¿Cuándo dejarás de correr?    ¿Cuándo desistirás de jadear tras otros dioses? Pero tú dices: “Ahórrate tus palabras.    ¡Estoy enamorada de estos dioses ajenos,    y no puedo dejar de amarlos!â€.
»Israel es como un ladrón    que solo se avergüenza cuando lo descubren,    al igual que sus reyes, funcionarios, sacerdotes y profetas.
A una imagen tallada en un trozo de madera le dicen:    “Tú eres mi padreâ€. A un Ãdolo esculpido en un bloque de piedra le dicen:    “Tú eres mi madreâ€. Me dan la espalda,    pero durante tiempos difÃciles me suplican:    “¡Ven y sálvanos!â€.
Desesperado, serás llevado al destierro    con las manos en la cabeza, porque el Señor ha rechazado a las naciones en las cuales confÃas.    Ellas no te ayudarán en absoluto.