Esto dice el Señor: «No vayas a los funerales para llorar y mostrar compasión por ellos, porque he retirado mi protección y mi paz de ellos; he quitado mi amor inagotable y mi misericordia.
Tanto el grande como el humilde morirán en esta tierra. Nadie los enterrará ni se lamentará por ellos. Sus amigos no se cortarán la piel ni se afeitarán la cabeza en señal de tristeza.
»Entonces les darás la respuesta del Señor: “Es porque sus antepasados me fueron infieles y rindieron culto a otros dioses y los sirvieron. Me abandonaron y no obedecieron mi palabra.
¡Y ustedes son peores que sus antepasados! Se pusieron tercos y siguen sus propios malos deseos y rehúsan escucharme.
»Por tanto, se acerca la hora —dice el Señor—, cuando la gente que haga un juramento ya no dirá: “Tan cierto como que el Señor vive, quien rescató al pueblo de Israel de la tierra de Egiptoâ€.
Señor, ¡tú eres mi fuerza y mi fortaleza,    mi refugio en el dÃa de aflicción! Las naciones del mundo entero    vendrán a ti y te dirán: «Nuestros antepasados nos han dejado una herencia despreciable,    porque rendÃan culto a Ãdolos inútiles.
¿Acaso puede la gente hacer sus propios dioses?    ¡Esos no son dioses verdaderos en absoluto!».