Luego el Señor extendió su mano, tocó mi boca y dijo: «¡Mira, he puesto mis palabras en tu boca!
Hoy te doy autoridad    para que hagas frente a naciones y reinos. A algunos deberás desarraigar, derribar,    destruir y derrocar; a otros deberás edificar    y plantar».
Mira, hoy te he hecho fuerte,    como ciudad fortificada que no se puede conquistar,    como columna de hierro o pared de bronce. Te enfrentarás contra toda esta tierra:    contra los reyes, los funcionarios, los sacerdotes y el pueblo de Judá.