Rinden culto con gran pasión a sus Ãdolos,    debajo de los robles y debajo de todo árbol frondoso. Sacrifican a sus hijos abajo, en los valles,    entre los peñascos de los acantilados.
Sus dioses son las piedras pulidas de los valles;    ustedes les rinden culto con ofrendas lÃquidas y ofrendas de grano. Ellos son su herencia, no yo.    ¿Creen que todo esto me hace feliz?
Ustedes cometieron adulterio en cada monte alto;    allà rindieron culto a los Ãdolos    y me fueron infieles.
Han puesto sÃmbolos paganos    en los marcos de las puertas y detrás de ellas. Me han abandonado    y se han metido en la cama con esos dioses detestables. Se han entregado a ellos    y les encanta ver sus cuerpos desnudos.
Le han dado aceite de oliva a Moloc    con muchos obsequios de perfumes. Han viajado muy lejos,    incluso al mundo de los muertos,    a fin de encontrar nuevos dioses a quienes amar.
Se han cansado en su búsqueda,    pero nunca se han dado por vencidos. El deseo les dio nuevas fuerzas,    y no se fatigaron.
»¿Les tienen miedo a estos Ãdolos?    ¿Les producen terror? ¿Por eso me han mentido    y se han olvidado de mà y de mis palabras? ¿Será por mi largo silencio    que ya no me temen?
Veamos si sus Ãdolos pueden salvarlos    cuando clamen a ellos por ayuda. ¡Vaya, un soplo de viento puede derrumbarlos!    ¡Basta con que uno respire sobre ellos para que caigan de cabeza! Pero el que confÃe en mÃ, heredará la tierra    y poseerá mi monte santo».
Dios dice: «¡Reconstruyan el camino!    Quiten las rocas y las piedras del camino    para que mi pueblo pueda volver del cautiverio».
El Alto y Majestuoso que vive en la eternidad,    el Santo, dice: «Yo vivo en el lugar alto y santo    con los de espÃritu arrepentido y humilde. Restauro el espÃritu destrozado del humilde    y reavivo el valor de los que tienen un corazón arrepentido.