«Escúchenme, todos los que tienen esperanza de ser liberados,    todos los que buscan al Señor. Consideren la piedra de la que fueron tallados,    la cantera de la que fueron extraÃdos.
«Escúchame, pueblo mÃo;    óyeme, Israel, porque mi ley será proclamada    y mi justicia llegará a ser una luz para las naciones.
Mi misericordia y mi justicia ya se acercan,    mi salvación viene en camino;    mi brazo fuerte hará justicia a las naciones. Las tierras lejanas me buscarán    y con esperanza aguardarán mi brazo poderoso.
Levanten los ojos a los altos cielos    y miren la tierra abajo. Pues los cielos desaparecerán como humo    y la tierra se gastará como una prenda de vestir. Los habitantes de la tierra morirán como moscas,    pero mi salvación permanece para siempre;    mi reinado de justicia nunca tendrá fin.
»Escúchenme, ustedes que distinguen entre lo bueno y lo malo,    ustedes que atesoran mi ley en el corazón. No teman las burlas de la gente,    ni tengan miedo de sus insultos.
Pues la polilla los devorará a ellos como devora la ropa    y el gusano los comerá como se come la lana. Pero mi justicia permanecerá para siempre;    mi salvación continuará de generación en generación».
¡Despierta, oh Señor, despierta! ¡VÃstete de fuerza!    ¡Mueve tu poderoso brazo derecho! Levántate como en los dÃas de antaño,    cuando mataste a Egipto, al dragón del Nilo.
¿Acaso no eres el mismo hoy,    el que secó el mar, haciendo un camino en las profundidades    para que tu pueblo pudiera escapar y cruzar al otro lado?
Sin embargo, has olvidado al Señor, tu Creador,    el que extendió el cielo como un dosel    y puso los cimientos de la tierra. ¿Vivirás en constante terror de los opresores humanos?    ¿Seguirás temiendo el enojo de tus enemigos? ¿Dónde están ahora su furia y su enojo?    ¡Han desaparecido!
Pronto quedarán libres los cautivos.    ¡La prisión, el hambre y la muerte no serán su destino!
Y he puesto mis palabras en tu boca    y te he escondido a salvo dentro de mi mano. Yo extendà el cielo como un dosel    y puse los cimientos de la tierra. Yo soy el que le dice a Israel:    “¡Tú eres mi pueblo!â€Â».
Pues tus hijos se han desmayado y yacen en las calles,    tan indefensos como antÃlopes atrapados en una red. El Señor ha derramado su furia;    Dios los ha reprendido.
Pero ahora escuchen esto, ustedes los afligidos,    que están completamente borrachos,    aunque no por haber bebido vino.