»Escúchame, oh familia de Jacob,    tú que llevas el nombre de Israel    y naciste en la familia de Judá. Escucha, tú que haces juramentos en el nombre del Señor    e invocas al Dios de Israel. No cumples tus promesas,   Â
»Escúchame, oh familia de Jacob,    ¡Israel, mi escogido! Solo yo soy Dios,    el Primero y el Último.
Fue mi mano la que puso los cimientos de la tierra,    mi mano derecha la que extendió los cielos en las alturas. Cuando llamo a las estrellas para que salgan,    aparecen todas en orden».
Esto dice el Señor,    tu Redentor, el Santo de Israel: «Yo soy el Señor tu Dios,    que te enseña lo que te conviene    y te guÃa por las sendas que debes seguir.
¡Ah, si solo hubieras hecho caso a mis mandatos!    Entonces habrÃas tenido una paz que correrÃa como un rÃo manso    y una justicia que pasarÃa sobre ti como las olas del mar.
Tus descendientes habrÃan sido como la arena del mar,    ¡imposibles de contar! No habrÃa sido necesario destruirte    ni cortar el nombre de tu familia».
Sin embargo, incluso ahora, ¡sean libres de su cautiverio!    Salgan de Babilonia y de los babilonios. ¡Canten este mensaje!    GrÃtenlo hasta los extremos de la tierra. El Señor ha redimido a sus siervos:    a los del pueblo de Israel.