»Te sentÃas segura en tu maldad.    “Nadie me veâ€, dijiste. Pero tu “sabidurÃa†y tu “conocimiento†te han descarriado,    y dijiste: “Yo soy la única, y no hay otraâ€.
Por eso te alcanzará el desastre,    y serás incapaz de alejarlo por medio de encantos. La calamidad caerá sobre ti,    y no podrás comprar tu libertad. Una catástrofe te sorprenderá;    una para la cual no estás preparada.
»¡Usa ahora tus encantamientos!    Usa los conjuros que estuviste perfeccionando todos estos años. Tal vez te hagan algún bien;    tal vez puedan hacer que alguien te tenga miedo.
Tanto consejo recibido te ha cansado.    ¿Dónde están tus astrólogos, esos que miran a las estrellas y hacen predicciones todos los meses?    Que den la cara y te salven de lo que te depara el futuro.
Pero ellos son como la paja que arde en el fuego;    no pueden salvarse a sà mismos de las llamas. No recibirás ninguna ayuda de ellos;    su chimenea no es lugar para sentarse y calentarse.
Y todos tus amigos,    con los que has hecho negocios desde la niñez, cada uno seguirá su propio camino,    haciendo oÃdos sordos a tus gritos.