Hasta el lugar desolado y el desierto estarán contentos en esos dÃas;    la tierra baldÃa se alegrará y florecerá el azafrán de primavera.
Asà es, habrá abundancia de flores,    de cantos y de alegrÃa. Los desiertos se pondrán tan verdes como los montes del LÃbano,    tan bellos como el monte Carmelo o la llanura de Sarón. Allà el Señor manifestará su gloria,    el esplendor de nuestro Dios.
El cojo saltará como un ciervo,    y los que no pueden hablar ¡cantarán de alegrÃa! Brotarán manantiales en el desierto    y corrientes regarán la tierra baldÃa.
El suelo reseco se convertirá en laguna    y los manantiales de agua saciarán la tierra sedienta. Crecerán las hierbas de pantano, las cañas y los juncos    donde antes vivÃan los chacales del desierto.
Un gran camino atravesará esa tierra, antes vacÃa;    se le dará el nombre de Carretera de la Santidad. Los de mente malvada nunca viajarán por ella.    Será solamente para quienes anden por los caminos de Dios;    los necios nunca andarán por ella.
Los leones no acecharán por esa ruta,    ni ninguna otra bestia feroz. No habrá ningún otro peligro;    solo los redimidos andarán por ella.