¡Miren! ¡Se acerca un rey justo!,    y prÃncipes honrados gobernarán bajo su mando.
Cada uno será como refugio del viento    y resguardo de la tormenta; como corrientes de agua en el desierto    y sombra de una gran roca en tierra reseca.
Entonces todo el que tenga ojos podrá ver la verdad,    y todo el que tenga oÃdos podrá oÃrla.
Hasta los impulsivos estarán llenos de sentido común y de entendimiento;    y los que tartamudean hablarán con claridad.
Pues los necios hablan necedades    y hacen planes malvados; practican la impiedad    y difunden enseñanzas falsas acerca del Señor; privan de alimento a los hambrientos    y no dan agua a los sedientos.
Las sutiles artimañas de los canallas son maliciosas;    traman planes torcidos. Mienten para condenar a los pobres,    aun cuando la causa de los pobres es justa.
Pero los generosos proponen hacer lo que es generoso    y se mantienen firmes en su generosidad.
Escuchen, mujeres, ustedes que están acostumbradas a la buena vida.    Escúchenme, ustedes que son tan engreÃdas.
Dentro de poco tiempo, algo más de un año,    ustedes que son tan despreocupadas, de repente comenzarán a preocuparse. Pues se perderán sus cultivos de frutas,    y no habrá cosecha.
Tiemblen, mujeres de la buena vida;    abandonen su autosuficiencia. QuÃtense sus ropas bonitas    y pónganse tela áspera en señal de su dolor.
Pues su tierra se cubrirá de espinos y zarzas;    sus hogares alegres y ciudades felices desaparecerán.
El palacio y la ciudad quedarán abandonados,    y pueblos de mucha actividad estarán vacÃos. Los burros retozarán y las manadas pastarán    en los fuertes abandonados y en las torres de vigilancia,
Y esta rectitud traerá la paz,    es cierto, traerá tranquilidad y confianza para siempre.
Mi pueblo vivirá seguro, tranquilo en su hogar    y encontrará reposo.
Aunque se destruya el bosque    y se derrumbe la ciudad,
el Señor bendecirá grandemente a su pueblo.    Dondequiera que siembre la semilla, brotarán cosechas abundantes    y su ganado y sus burros pastarán con libertad.