Pues sin consultarme,    bajaron a Egipto en busca de ayuda; pusieron su confianza en la protección del faraón    y trataron de esconderse bajo su sombra.
OlvÃdense de toda esta tristeza,    apártense de su senda estrecha. Dejen de hablarnos acerca del    “Santo de Israelâ€Â».
Esta es la respuesta del Santo de Israel: «Dado que ustedes desprecian lo que les digo    pero más bien confÃan en la opresión y en las mentiras,
la calamidad caerá sobre ustedes de repente,    como una pared pandeada que explota y se cae. En un instante se desplomará    y se derrumbará.
Ustedes serán aplastados como una vasija de barro;    hechos añicos de una manera tan completa que no habrá un pedazo lo suficientemente grande    para llevar los carbones de una hoguera    ni un poco de agua del pozo».
Esto dice el Señor Soberano,    el Santo de Israel: «Ustedes se salvarán solo si regresan a mà    y descansan en mÃ. En la tranquilidad y en la confianza está su fortaleza;    pero no quisieron saber nada de esto.
“No —dijeron ustedes—, nuestra ayuda vendrá de Egipto;    ellos nos darán caballos veloces para entrar en batallaâ€. Sin embargo, la única velocidad que verán    ¡será la de sus enemigos dándoles caza!
Uno de ellos perseguirá a mil de ustedes    y cinco de ellos los harán huir a todos. Quedarán como un asta de bandera solitaria sobre una colina    o como un estandarte hecho jirones en la cima de un monte lejano».
Tus oÃdos lo escucharán.    Detrás de ti, una voz dirá: «Este es el camino por el que debes ir»,    ya sea a la derecha o a la izquierda.
Entonces destruirás todos tus Ãdolos de plata    y tus valiosas imágenes de oro. Los desecharás como trapos sucios,    y les dirás: «¡Adiós y hasta nunca!».
Entonces el Señor te bendecirá con lluvia durante el tiempo de la siembra. Habrá cosechas maravillosas y muchos pastizales para tus animales.
Los bueyes y los burros que cultivan los campos comerán buen grano, y el viento llevará la paja.
En aquel dÃa, cuando tus enemigos sean masacrados y caigan las torres, descenderán corrientes de agua de cada monte y colina.
La luna será tan resplandeciente como el sol, y el sol brillará siete veces más, como la luz de siete dÃas en uno solo. Asà será cuando el Señor comience a sanar a su pueblo y a curar las heridas que le hizo.
¡Miren! El Señor viene desde muy lejos,    ardiendo de enojo,    rodeado de un humo espeso que sube. Sus labios están llenos de furia;    sus palabras consumen como el fuego.
Su ardiente aliento fluye como una inundación    hasta el cuello de sus enemigos. Él zarandeará a las naciones soberbias para destrucción;    les pondrá el freno en la boca y las llevará a la ruina.
Por orden del Señor, los asirios serán destrozados;    los herirá de muerte con su cetro real.
Y cuando el Señor los golpee con su vara de castigo,    su pueblo celebrará con arpas y panderetas.    Él levantará su brazo poderoso y peleará contra los asirios.
Tofet, el lugar de incineración,    hace tiempo que está preparado para el rey asirio;    la pira tiene un gran montón de leña. La encenderá el aliento del Señor, como fuego de volcán.