El aspecto mismo de su rostro los delata.    Exhiben su pecado como la gente de Sodoma    y ni siquiera tratan de esconderlo. ¡Están condenados!    Han traÃdo destrucción sobre ellos mismos.
DÃganles a los justos que a ellos les irá bien en todo.    ¡Disfrutarán de la rica recompensa que se han ganado!
En cambio, los malvados están condenados,    porque recibirán exactamente lo que se merecen.
LÃderes inmaduros oprimen a mi pueblo,    y las mujeres lo gobiernan. Oh, pueblo mÃo, tus lÃderes te engañan;    te llevan por el camino equivocado.
El Señor ocupa su lugar en el tribunal,    ¡y presenta su caso contra su pueblo!
El Señor se presenta para pronunciar juicio    sobre los ancianos y los gobernantes de su pueblo: «Ustedes han destruido a Israel, mi viñedo.    Sus casas están llenas de cosas robadas a los pobres.
El Señor dice: «La hermosa Sión es altanera: estira su elegante cuello,    coquetea con los ojos y camina con pasos delicados    haciendo sonar los brazaletes de sus tobillos.
Por eso el Señor le mandará costras a su cabeza.    El Señor dejará calva a la hermosa Sión».
En aquel dÃa de juicio    el Señor la despojará de todo lo que la embellece: adornos, diademas, collares con forma de luna creciente,   Â
aretes, pulseras, velos,
pañuelos, brazaletes para el tobillo, fajas,    perfumes, dijes,
anillos, joyas, Â Â Â
vestidos de fiesta, túnicas, mantos, bolsos,
espejos, ropas de lino de alta calidad, Â Â Â adornos para la cabeza y mantillas.
En lugar de oler a dulce perfume, apestará.    Usará una soga como faja    y su elegante cabello se le caerá. Usará tela áspera en lugar de vestidos costosos,    y la vergüenza reemplazará su belleza.
Los hombres de la ciudad morirán a espada,    y sus guerreros morirán en batalla.
Las puertas de Sión llorarán y se lamentarán.    La ciudad será como una mujer violada,    acurrucada en el suelo.