Yo, el Señor, he consagrado a estos soldados para realizar esta tarea.    Es cierto, he llamado a guerreros poderosos para que manifiesten mi enojo,    y ellos se alegrarán cuando yo sea exaltado».
Vienen desde paÃses distantes,    desde más allá de los horizontes lejanos. Son las armas del Señor para descargar su enojo;    con ellas destruirá toda la tierra.
Griten de terror, porque ha llegado el dÃa del Señor,    el momento para que el Todopoderoso destruya.
Todos los brazos están paralizados de temor,    cada corazón se derrite   Â
y todos se aterran. Les sobrevendrán punzadas de angustia,    como las de una mujer que está de parto. Se miran unos a otros sin poder hacer nada,    con el rostro encendido de miedo.
Pues miren, el dÃa del Señor ya viene,    el dÃa terrible de su furia y de su ira feroz. La tierra quedará desolada,    y con ella los pecadores serán destruidos.
Los cielos se pondrán negros sobre ellos;    las estrellas no darán luz. El sol estará oscuro cuando salga    y la luna no iluminará.
En Babilonia todos correrán como gacelas perseguidas,    como ovejas sin pastor. Intentarán encontrar a los suyos    y huir a su propia tierra.
El que sea capturado será destruido,    atravesado con una espada.
Ante sus propios ojos, estrellarán a sus niños pequeños hasta matarlos.    Sus hogares serán saqueados, y sus mujeres violadas.
Babilonia, el más glorioso de los reinos,    la flor del orgullo caldeo, será devastada como Sodoma y Gomorra    cuando Dios las destruyó.
Babilonia nunca más volverá a ser habitada;    permanecerá vacÃa de generación en generación. Los nómadas se negarán a acampar allÃ,    y los pastores no llevarán a sus ovejas para que pasen la noche.
Las bestias del desierto se instalarán en la ciudad en ruinas    y en las casas rondarán criaturas aullantes. Los búhos vivirán en medio de las ruinas    y las cabras salvajes irán allà para danzar.
Las hienas aullarán en las fortalezas    y los chacales harán su guarida en los lujosos palacios. Los dÃas de Babilonia están contados;    pronto llegará el momento de su destrucción.