Hijo mÃo, nunca olvides las cosas que te he enseñado;    guarda mis mandatos en tu corazón.
Si asà lo haces, vivirás muchos años,    y tu vida te dará satisfacción.
¡Nunca permitas que la lealtad ni la bondad te abandonen!    Ãtalas alrededor de tu cuello como un recordatorio.    EscrÃbelas en lo profundo de tu corazón.
Entonces tendrás tanto el favor de Dios como el de la gente,    y lograrás una buena reputación.
ConfÃa en el Señor con todo tu corazón,    no dependas de tu propio entendimiento.