Tendrán que ir ustedes mismos a conseguirla por donde puedan. ¡Pero deberán producir la misma cantidad de ladrillos que antes!â€Â».
Asà que el pueblo se dispersó por todo Egipto en busca de hierba seca para usar como paja.
Mientras tanto, los capataces egipcios no dejaban de apremiarlos. «¡Cumplan con la cuota diaria de producción —les exigÃan—, tal como cuando se les proporcionaba la paja!».
Entonces los jefes de cuadrilla israelitas fueron a rogarle al faraón:—Por favor, no trate asà a sus siervos —le suplicaron—.
Ya no nos dan paja, ¡pero aun asà los capataces nos exigen que sigamos haciendo ladrillos! Nos golpean, ¡pero no es nuestra culpa! ¡Es culpa de su propia gente!
¡Vuelvan ya mismo a trabajar! No se les dará paja, pero aun asà tendrán que producir la cuota completa de ladrillos.
Los jefes de cuadrilla israelitas se dieron cuenta de que estaban en serios problemas cuando les dijeron: «No debe disminuir la cantidad de ladrillos que se fabrica por dÃa».
Los jefes de cuadrilla les dijeron: «¡Que el Señor los juzgue y los castigue por habernos hecho repugnantes a los ojos del faraón y sus funcionarios! ¡Ustedes mismos les pusieron una espada en la mano, les dieron una excusa para que nos maten!».