Al poco tiempo, la hija del faraón bajó a bañarse en el rÃo, y sus sirvientas se paseaban por la orilla. Cuando la princesa vio la canasta entre los juncos, mandó a su criada que se la trajera.
El sacerdote de Madián tenÃa siete hijas, quienes fueron al pozo como de costumbre para sacar agua y llenar los bebederos para los rebaños de su padre.
Con el paso de los años, el rey de Egipto murió; pero los israelitas seguÃan gimiendo bajo el peso de la esclavitud. Clamaron por ayuda, y su clamor subió hasta Dios,
quien oyó sus gemidos y se acordó del pacto que habÃa hecho con Abraham, Isaac y Jacob.
Miró desde lo alto a los hijos de Israel y supo que ya habÃa llegado el momento de actuar.