A los malvados el pecado les susurra en lo profundo del corazón;    no tienen temor de Dios en absoluto.
Ciegos de presunción,    no pueden ver lo perversos que son en realidad.
Todo lo que dicen es retorcido y engañoso;    se niegan a actuar con sabidurÃa o a hacer el bien.
Se quedan despiertos por la noche tramando planes pecaminosos;    sus acciones nunca son buenas;    no hacen ningún intento por alejarse del mal.
Tu amor inagotable, oh Señor, es tan inmenso como los cielos;    tu fidelidad sobrepasa las nubes.