Pues la armonÃa es tan preciosa como el aceite de la unción    que se derramó sobre la cabeza de Aarón,    que corrió por su barba    hasta llegar al borde de su túnica.
La armonÃa es tan refrescante como el rocÃo del monte Hermón    que cae sobre las montañas de Sión. Y allà el Señor ha pronunciado su bendición,    incluso la vida eterna.