Cuando vayas a la guerra,    tu pueblo te servirá por voluntad propia. Estás envuelto en vestiduras santas,    y tu fuerza se renovará cada dÃa como el rocÃo de la mañana.
El Señor ha hecho un juramento y no romperá su promesa:    «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec».
El Señor está a tu derecha para protegerte;    derribará a muchos reyes cuando estalle su enojo.
Castigará a las naciones    y llenará de cadáveres sus territorios;    destrozará cabezas por toda la tierra.