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¡Den gracias al Señor, porque él es bueno!
Su fiel amor perdura para siempre.
¿Los ha rescatado el Señor? ¡Entonces, hablen con libertad!
Cuenten a otros que él los ha rescatado de sus enemigos.
Pues ha reunido a los desterrados de muchos países,
del oriente y del occidente,
del norte y del sur.
Algunos vagaban por el desierto,
perdidos y sin hogar.
Con hambre y con sed
estaban a punto de morir.
«¡Señor, socorro!», clamaron en medio de su dificultad,
y él los rescató de su aflicción.
Los llevó directo a un lugar seguro,
a una ciudad donde pudieran vivir.
Que alaben al Señor por su gran amor
y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos.
Pues él satisface al sediento
y al hambriento lo llena de cosas buenas.
Algunos estaban en oscuridad y en una profunda penumbra,
presos del sufrimiento con cadenas de hierro.
Se rebelaron contra las palabras de Dios,
se burlaron del consejo del Altísimo.
Por eso los doblegó con trabajo forzado;
cayeron, y no hubo quien los ayudara.
«¡Socorro, Señor!», clamaron en medio de su dificultad,
y él los salvó de su aflicción.
Los sacó de la oscuridad y de la profunda penumbra;
les rompió las cadenas.
Que alaben al Señor por su gran amor
y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos.
Pues rompió las puertas de bronce de su prisión;
partió en dos los barrotes de hierro.
Algunos fueron necios; se rebelaron
y sufrieron por sus pecados.
No podían ni pensar en comer,
y estaban a las puertas de la muerte.
«¡Socorro, Señor!», clamaron en medio de su dificultad
y él los salvó de su aflicción.
Envió su palabra y los sanó;
los arrebató de las puertas de la muerte.
Que alaben al Señor por su gran amor
y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos.
Que ofrezcan sacrificios de agradecimiento
y canten con alegría por sus gloriosos actos.
Algunos se hicieron a la mar en barcos
y surcaron las rutas comerciales del mundo.
También observaron el poder del Señor en acción,
sus impresionantes obras en los mares más profundos.
Él habló, y se desataron los vientos
que agitaron las olas.
Los barcos fueron lanzados hacia los cielos
y cayeron nuevamente a las profundidades;
los marineros se acobardaron de terror.
Se tambaleaban y daban tumbos como borrachos,
no sabían qué más hacer.
«Señor, ¡socorro!», clamaron en medio de su dificultad,
y él los salvó de su aflicción.
Calmó la tormenta hasta convertirla en un susurro
y aquietó las olas.
¡Qué bendición fue esa quietud
cuando los llevaba al puerto sanos y salvos!
Que alaben al Señor por su gran amor
y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos.
Que lo exalten públicamente delante de la congregación
y ante los líderes del pueblo.
Él transforma ríos en desiertos
y manantiales de agua en tierra árida y sedienta.
Convierte la tierra fructífera en tierras saladas y baldías,
a causa de la maldad de sus habitantes.
Pero también convierte desiertos en lagunas
y la tierra seca en fuentes de agua.
Lleva a los hambrientos para que se establezcan allí
y construyan sus ciudades.
Siembran los campos, plantan viñedos,
y recogen cosechas abundantes.
¡Cuánto los bendice!
Allí crían familias numerosas
y sus manadas de animales aumentan.
Cuando disminuye la cantidad de ellos y se empobrecen
por la opresión, las dificultades y el dolor,
el Señor derrama desprecio sobre sus príncipes
y los hace vagar por tierras baldías y sin sendero.
Pero rescata de la dificultad a los pobres
y hace crecer a sus familias como rebaños de ovejas.
Los justos verán estas cosas y se alegrarán
mientras los perversos son bruscamente silenciados.
Los sabios tomarán todo muy en serio;
verán en nuestra historia el fiel amor del Señor.
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