HabÃa un hombre llamado Job que vivÃa en la tierra de Uz. Era un hombre intachable, de absoluta integridad, que tenÃa temor de Dios y se mantenÃa apartado del mal.
Un dÃa los miembros de la corte celestial llegaron para presentarse delante del Señor, y el Acusador, Satanás, vino con ellos.
El Señor le preguntó a Satanás:—¿De dónde vienes?Satanás contestó al Señor:—He estado recorriendo la tierra, observando todo lo que ocurre.
Entonces el Señor preguntó a Satanás:—¿Te has fijado en mi siervo Job? Es el mejor hombre en toda la tierra; es un hombre intachable y de absoluta integridad. Tiene temor de Dios y se mantiene apartado del mal.
Satanás le respondió al Señor:—SÃ, pero Job tiene una buena razón para temer a Dios:
Asà que extiende tu mano y quÃtale todo lo que tiene, ¡ten por seguro que te maldecirá en tu propia cara!
—Muy bien, puedes probarlo —dijo el Señor a Satanás—. Haz lo que quieras con todo lo que posee, pero no le hagas ningún daño fÃsico.Entonces Satanás salió de la presencia del Señor.
Un dÃa cuando los hijos y las hijas de Job celebraban en casa del hermano mayor,
llegó un mensajero a casa de Job con las siguientes noticias: «Sus bueyes estaban arando y los burros comiendo a su lado,
cuando los sabeanos nos asaltaron. Robaron todos los animales y mataron a los trabajadores, y yo soy el único que escapó para contárselo».
Mientras este mensajero todavÃa hablaba, llegó otro con esta noticia: «Cayó del cielo el fuego de Dios y calcinó a las ovejas y a todos los pastores; yo soy el único que escapó para contárselo».
Mientras este mensajero todavÃa hablaba, llegó un tercero con esta noticia: «Tres bandas de saqueadores caldeos robaron sus camellos y mataron a los sirvientes; yo soy el único que escapó para contárselo».
No habÃa terminado de hablar el tercer mensajero cuando llegó otro con esta noticia: «Sus hijos e hijas estaban festejando en casa del hermano mayor y,
de pronto, un fuerte viento del desierto llegó y azotó la casa por los cuatro costados. La casa se vino abajo y todos ellos murieron; yo soy el único que escapó para contárselo».