Asà que, el 7 de marzo, los dos decretos del rey entraron en vigencia. Ese dÃa, los enemigos de los judÃos tenÃan la esperanza de dominarlos, pero ocurrió todo lo contrario. Fueron los judÃos quienes dominaron a sus enemigos.
Los judÃos se reunieron en sus ciudades, en todas las provincias del rey, para atacar a todo el que intentara hacerles daño; pero nadie pudo hacerles frente porque todos les tenÃan miedo.
Además, todos los nobles de las provincias, los funcionarios de más alta posición, los gobernadores y los funcionarios reales ayudaron a los judÃos por temor a Mardoqueo.
Pues a Mardoqueo lo habÃan ascendido a un alto cargo en el palacio del rey, y su fama se extendÃa por todas las provincias a medida que se hacÃa más y más poderoso.
Asà que, el dÃa señalado, los judÃos hirieron de muerte a sus enemigos a filo de espada. Mataron y aniquilaron a sus enemigos e hicieron lo que quisieron con quienes los odiaban.
En la propia fortaleza de Susa, los judÃos mataron a quinientos hombres.
El rey estuvo de acuerdo, y el decreto se hizo público en Susa. Atravesaron los cuerpos de los diez hijos de Amán.
Luego, el 8 de marzo, los judÃos de Susa se reunieron y mataron a trescientos hombres más, y otra vez tampoco se quedaron con ninguna de sus pertenencias.
Mientras tanto, los demás judÃos en todas las provincias del rey se reunieron para defender su vida. Quedaron aliviados de todos sus enemigos, al matar a setenta y cinco mil de los que los odiaban; pero no se quedaron con ninguna de sus pertenencias.
Eso ocurrió en todas las provincias el 7 de marzo, y el dÃa 8 descansaron para celebrar su victoria con un dÃa de fiesta y alegrÃa.
(Los judÃos de Susa mataron a sus enemigos el dÃa 7 de marzo, continuaron el 8, y luego el dÃa 9 descansaron y lo designaron su dÃa de fiesta y alegrÃa).
De manera que, hasta el dÃa de hoy, los judÃos del campo que viven en aldeas remotas celebran un dÃa feriado anualmente en el dÃa señalado a fines del invierno, en el cual se alegran y se mandan regalos de comida unos a otros.
Mardoqueo registró esos acontecimientos y envió cartas a los judÃos que vivÃan cerca y lejos, en todas las provincias del rey Jerjes,
para motivarlos a celebrar cada año un festival durante esos dos dÃas.
Les dijo que debÃan celebrar esos dÃas con alegrÃa y festejos, obsequiándose porciones de comida unos a otros y haciendo regalos a los pobres. Ese festival conmemorarÃa el tiempo en que los judÃos quedaron aliviados de sus enemigos, cuando su dolor se convirtió en alegrÃa y su duelo en gozo.
Asà que los judÃos aceptaron la propuesta de Mardoqueo y adoptaron esa costumbre anual.
Amán, hijo de Hamedata el agagueo, el enemigo de los judÃos, habÃa conspirado para aplastarlos y destruirlos en la fecha escogida al echar suertes (a las suertes se les llamaba purim);
Por eso la celebración se llama Purim, porque es la palabra que se empleaba antiguamente para la frase «echar suertes».Por lo tanto, debido a la carta de Mardoqueo y a la experiencia que vivieron,
los judÃos de todo el reino se pusieron de acuerdo para iniciar esa tradición y pasarla a sus descendientes y a todos los que se hacÃan judÃos. Declararon que jamás dejarÃan de celebrar cada año esos dos dÃas prescritos en la fecha señalada.
Esos dÃas se recordarÃan y se mantendrÃan de generación en generación y serÃan celebrados por cada familia en todas las provincias y ciudades del imperio. El Festival de Purim nunca dejarÃa de celebrarse entre los judÃos, ni se extinguirÃa de entre sus descendientes el recuerdo de lo ocurrido.
Luego, la reina Ester, hija de Abihail, junto con Mardoqueo, el judÃo, escribieron otra carta en la cual la plena autoridad de la reina respaldaba la carta de Mardoqueo para establecer el Festival de Purim.
Se enviaron cartas con deseos de paz y seguridad a los judÃos de las ciento veintisiete provincias del imperio de Jerjes.
Esas cartas establecÃan la celebración anual del Festival de Purim en las fechas señaladas, como lo habÃan decretado el judÃo Mardoqueo y la reina Ester. (El pueblo decidió celebrar el festival, de la misma manera que habÃa decidido establecer el tiempo de ayuno y luto para sà y sus descendientes).
Asà que el mandato de Ester confirmó la costumbre del Purim, y todo quedó escrito en los registros.