Have not I commanded thee? Be strong and of a good courage; be not afraid, neither be thou dismayed: for the LORD thy God is with thee whithersoever thou goest.
La celebración duró ciento ochenta dÃas y fue una gran exhibición de la opulenta riqueza de su imperio y de la pompa y el esplendor de su majestad.
Cuando todo terminó, el rey ofreció un banquete para todo el pueblo que se encontraba en la fortaleza de Susa, desde el más importante hasta el más insignificante. El banquete duró siete dÃas y se realizó en el patio del jardÃn del palacio.
El patio estaba elegantemente decorado con cortinas de algodón blanco y colgantes azules, sostenidos con cuerdas de lino y cintas de color púrpura que pasaban por anillos de plata incrustados en columnas de mármol. HabÃa divanes de oro y de plata sobre un piso de mosaicos de cuarzo, mármol, nácar y otras piedras costosas.
Las bebidas se servÃan en copas de oro de distintos diseños, y habÃa vino real en abundancia, lo cual reflejaba la generosidad del rey.
Por decreto del rey, no habÃa lÃmite de consumo, porque el rey habÃa dado instrucciones a todos los empleados del palacio de que sirvieran a cada hombre cuanto quisiera.
Al mismo tiempo, la reina Vasti hizo un banquete para las mujeres en el palacio real del rey Jerjes.
que le trajeran a la reina Vasti con la corona real en la cabeza. QuerÃa que los nobles y los demás hombres contemplaran su belleza, porque era una mujer sumamente hermosa;
pero cuando le comunicaron la orden del rey a la reina Vasti, ella se negó a ir. Esa respuesta enfureció al rey y lo hizo arder de enojo.
Entonces el rey consultó de inmediato con sus sabios consejeros, quienes conocÃan todas las leyes y costumbres persas, porque siempre les pedÃa consejo.
Sus nombres eran: Carsena, Setar, Admata, Tarsis, Meres, Marsena y Memucán, siete nobles de Persia y Media. Esos hombres se reunÃan frecuentemente con el rey y ocupaban los cargos más altos del imperio.
Ahora, en todas partes, las mujeres comenzarán a despreciar a sus maridos cuando se enteren de que la reina Vasti se negó a presentarse ante el rey.
Antes de que termine este dÃa, las esposas de todos los nobles del rey en toda Persia y Media oirán lo que hizo la reina y empezarán a tratar a sus maridos de la misma manera. Nada pondrá fin a su desprecio y enojo.
»Asà que, si al rey le agrada, sugerimos que emita un decreto por escrito, una ley de los persas y los medos que no pueda ser revocada. DeberÃa ordenar que la reina Vasti sea excluida para siempre de la presencia del rey Jerjes y que el rey elija otra reina más digna que ella.
¡Cuando se publique este decreto en todo el vasto imperio del rey, los maridos de todas partes, sea cual fuere su rango, recibirán el respeto que merecen de parte de sus esposas!
El rey y sus nobles consideraron que esa propuesta tenÃa sentido, asà que el rey siguió el consejo de Memucán.
Envió cartas por todo el imperio, a cada provincia en su propio sistema de escritura y en su propio idioma, proclamando que todo hombre debÃa ser jefe en su propia casa y decir lo que le viniera en gana.