Paul, an apostle of Jesus Christ by the will of God, and Timothy our brother, unto the church of God which is at Corinth, with all the saints which are in all Achaia:
Asà que oramos a nuestro Dios y pusimos guardias en la ciudad dÃa y noche para protegernos.
Entonces el pueblo de Judá comenzó a quejarse: «Los trabajadores se están cansando, y los escombros que quedan por sacar son demasiados. Jamás podremos construir la muralla por nuestra cuenta».
Mientras tanto, nuestros enemigos decÃan: «Antes de que se den cuenta de lo que está pasando, caeremos encima de ellos, los mataremos y detendremos el trabajo».
Los judÃos que vivÃan cerca de los enemigos venÃan y nos decÃan una y otra vez: «¡Llegarán de todos lados y nos atacarán!».
Luego, mientras revisaba la situación, reunà a los nobles y a los demás del pueblo y les dije: «¡No le tengan miedo al enemigo! ¡Recuerden al Señor, quien es grande y glorioso, y luchen por sus hermanos, sus hijos, sus hijas, sus esposas y sus casas!».
Cuando nuestros enemigos se enteraron de que conocÃamos sus planes y que Dios mismo los habÃa frustrado, todos volvimos a nuestro trabajo en la muralla.
Sin embargo, de ahà en adelante, solo la mitad de los hombres trabajaba mientras que la otra mitad hacÃa guardia con lanzas, escudos, arcos y cotas de malla. Los lÃderes se colocaron detrás del pueblo de Judá
que edificaba la muralla. Los obreros seguÃan con el trabajo, sosteniendo con una mano la carga y con la otra un arma.
Todos los que construÃan tenÃan una espada asegurada a su costado. El que tocaba la trompeta quedó conmigo para tocar alarma.
Durante ese tiempo, ninguno de nosotros —ni yo, ni mis parientes, ni mis sirvientes, ni los guardias que estaban conmigo— nos quitamos la ropa. En todo momento portábamos nuestras armas, incluso cuando Ãbamos por agua.