Asà que AmasÃas dio de baja a las tropas que habÃa contratado y las envió de regreso a EfraÃn. En consecuencia se enojaron con Judá y regresaron enfurecidos a sus casas.
Capturaron a otros diez mil, los llevaron hasta el borde de un precipicio y desde allà los despeñaron. Al caer sobre las rocas abajo, se hicieron pedazos.
Mientras tanto, las tropas contratadas que AmasÃas habÃa enviado de regreso hicieron incursiones en varias ciudades de Judá entre Samaria y Bet-horón. Mataron a tres mil personas y se llevaron un gran botÃn.
Cuando el rey AmasÃas regresó de masacrar a los edomitas, trajo consigo los Ãdolos que le habÃa quitado a la gente de Seir. ¡Los puso como sus propios dioses, se inclinó ante ellos y les ofreció sacrificios!
Entonces el rey Yoás de Israel respondió a AmasÃas, rey de Judá, con el siguiente relato: «En las montañas del LÃbano, un cardo le envió un mensaje a un poderoso cedro: “Entrega a tu hija en matrimonio a mi hijoâ€; pero en ese momento, un animal salvaje del LÃbano pasó por allÃ, ¡pisó el cardo y lo aplastó!